El tiempo llegará en que tropieces y caigas al fango. Quizás necesites de un empujoncito o de un patadón acusador en toda regla que hunda tu trasero gordo en la humedad de la tierra. Aterrizarás como lo hacen los bobos desalmados, de bruces contra la cruda realidad de tus desmanes capaces de arruinar todo un país y a tus compatriotas. Yo sólo siento repulsión por tu incapacidad manifiesta para comprender que cuando un bebé muere de hambre o por falta de medicamentos en la nación más rica del planeta significa que sus dirigentes merecen el patíbulo o caer ajusticiados por las madres que ruegan venganza. Del autobús a la poltrona. Qué corto fue el camino de la nada a la gloria! Valieron la pena los billones en oro y riquezas esquilmadas a la gente? Te pareció ingenioso hacer de narco de pacotilla mientras te inflaban los bolsillos? Te crees que chinos y rusos no se descojonan a tus espaldas mientras la marioneta les regala lo más preciado de las minas y depósitos subterráneos? Al final tu nombre perecerá en los noticiarios diluido entre buitres y comadrejas, porque no hay nada que recordar de tu paso por los calendarios, excepto la desgracia miserable con que engalanaste tu andadura. Yo de veras deseo que un día pagues una a una todas las maldades que repartiste. Y que la espada del Arcángel te descabece de un mandoble certero. Créeme, la gente como tú está siempre mejor reconvertida en polvo.