Bonhomía

Yo le pregunto al Hombre en qué lugar de la noche perdió su bonhomía. Él que fue el verso dulce de la historia. El galán entre las bestias. La luz que iluminaba el girar de las esferas. Le pregunto en qué esquina se le agrió el poema. Cuándo sintió necesidad de empequeñecer el mundo pintándole fronteras o decidió que su vecino era una amenaza. Él que cambió la cachiporra por el cincel y el pincel y asombró a todos con algo que llamó Arte. Él que se bajó del árbol para subirse al cohete y explorar los cielos que siempre lo fascinaron. En qué momento, le pregunto, liquidó las sonrisas y dio la bienvenida al terror, a la ira, a esa sensación de llegar mal, tarde y equivocado a casi todas las cosas. Hoy vive apesadumbrado en lo alto de edificios que lo mantienen lejos del suelo. Inseguro. Rabioso. Empeñado en conquistar lo que no se le ha dado. Ansioso por demostrar lo conseguido ante las miradas noqueadas de sus iguales. Párate un instante en medio de la algarabía. Dónde va todo el mundo con tantas prisas, ignorando a las personas, aislados por tecnologías que separan, sin educación y sin paciencia. Yo le pregunto al Hombre, directo y sin florituras, dónde se quedó el simio espabilado. Cuándo se le marchitó entre las manos la Primavera.

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