Yo no te deseo la muerte, aunque como pasa con algunos mal nacidos, desde tus hombros hasta el cielo se alzan pilas interminables de cadáveres de todas las edades y condiciones que te hacen las veces de galones otorgados por la estupidez humana. Escúchame, el mundo jamás volverá a ser imperialista. Las nuevas tecnologías y las mentalidades que generan hacen imposible adoctrinar a una nación o muchas contra la razón y las libertades. Cualquier intento conlleva guerra, colosales pérdidas humanas y económicas y el fracaso de esos líderes cejijuntos que confundieron el caos con un paseo. No hay salida para dictadores sin careta. Genghis Khan es un machote del pasado. Hoy las guerras se celebran en todas las televisiones del planeta. Y no es plato de buen gusto almorzar con torturas en sótanos, asesinatos en fosas y explosiones en edificios civiles donde mueren niños, mujeres y abuelos inocentes. Eso, créeme , no te va a convertir siquiera en el más popular de los gilipollas que intentan aferrarse al sillón de sus naciones. Más temprano que tarde la gente se rebela por poder elegir, aunque en un porcentaje elevadísimo acabe eligiendo sin el más mínimo criterio o sentido común. Yo, ignorante como soy, te aconsejaría una única salida: Negocia un alto el fuego que parezca compasivo y responsable a cambio de que no se haga bandera de las masacres de tu ejército de escolares psicóticos. Tú salvarás la cara y ellos su país. Y hasta es posible que en breve, con la excepción obvia de los miles de padres y madres de hijos muertos en combate por una idealización absurda, el pueblo adormecido te vote de nuevo como si fueras un tipo legal y compasivo. Si es así, no te acostumbres ni te pongas cómodo. Al resto del mundo no le apetece nada que un criminal de guerra viva sin castigo. Siempre hay respuesta.