Enemigo mío, la tierra, la jungla, sus gentes no son tuyas. Entérate de una vez. Y acéptalo. Son un bien común del planeta entero que dan y, lo más crucial, darán vida y esperanza venidera a las generaciones de pibes chiquitos que hoy te miran como a un gran hombre sin saber qué sos un vándalo asesino. Destruir el pulmón global de la Amazonia es tan estúpido y criminal como quedarse pasivo y bloqueado frente al “catarrito” del Covid, convirtiendo a tu país en el segundo lugar del mundo más letal y con mayor sufrimiento y pérdida de vidas. Como tantos otros vagos engreídos llegaste a la poltrona para mejorar la Educación, la Salud y la vida diaria de las gentes y acabaste por empobrecer a casi todos a base de mandatos caprichosos que buscan el regocijo de los poderosos que te llenan los bolsillos mientras el resto se hunde de nuevo en la miseria. Parapetado tras un muro de fake news y acusaciones humillantes, gestionas tu política a gritos y patadas, a insultos, empujones y gracietas de chichinabo, como si la democracia no fuera con los ciento cincuenta y seis millones de almas a las que estás obligado a cuidar. A mí me resultas odioso porque todo aquel que trabaja contra el futuro con una sonrisa cínica de sabelotodo no merece la vida y debería ser amablemente defenestrado. No están los tiempos para otro gilipollas mesiánico y mediático que pretenda reconstruir el orden de las cosas según sus iluminadas teorías! Lárgate y desaparece pronto. Antes de que un error aún más grave que los que te preceden acabe de un día para otro con todas las excusas. El caos descontrolado que te destroza lleva a veces la firma de los dioses!