Escupitajo furioso

Yo escucho bajo la sombra oscura la voz amoratada de los abandonados, rugiendo incomoda sobre las catedrales como un escupitajo furioso que aterriza en la calva del clero. Apenas hay sotanas a las que la pobreza no les provoque temblores. Apenas hay purpurados a quienes el bien de la plebe les preocupe más que la desbocada ambición de sus bolsillos. Yo, que he pasado de la cumbre al hoyo, puedo ladrarle a los creyentes que las sacristías están corruptas, que nadie bajo palio puede perdonar al hombre sus atrocidades, que el óbolo es un negocio descomunal que se esconde al feligrés hipnotizado. Que está empresa nunca tuvo vocación de consuelo sino de enriquecimiento. Llueve a raudales en todas las esquinas! Porque los del ático están contrariados con tantas tonterías: Guerras fratricidas para que un estúpido engreído figure en los libros como héroe en vez de brutal asesino. Sociedades menguadas, ahogadas por empresarios incapaces de conjugar la empatía. Gobiernos veleidosos trabajando contra el pueblo. Comandantes embriagados de sí mismos cuyo único objetivo es eternizarse en la poltrona de las naciones que maldirigen. Hemos decidido destrozar el paraíso a golpe de cachiporra. No ha habido prímate más obtuso que nosotros. El planeta no admitirá más malos tratos.

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s