Faros en la niebla

Las azoteas están superpobladas esta noche. Ángeles entristecidos sollozan en silencio mientras el mundo descarrila sin remedio. Ella, con la belleza monumental de las jóvenes aladas, me mira con sus ojos que siempre fueron faros en la niebla. La sé poderosa como pocos y aún así impotente ante nuestra torpeza para aprovechar el regalo de la vida. Ya no hay lugar para el Hombre en las catedrales del tiempo. Desperdiciamos milenios combatiendo al hermano por un palmo más de tierra, por una cruz o una media luna, o por la necesidad estúpida de acumular riqueza. Ella contempla el humo de los cañones ofuscar el horizonte mientras las almas de millones abarrotan sin pausa los atrios sagrados. Quién detendrá la sangría? me pregunta aunque sabe de antemano mi respuesta. Nadie, porque la Humanidad es hoy un fracaso sin remedio, abocada como está a ser sólo un recuerdo desafortunado en la mente longeva del planeta. Ella, siempre voluntariosa para con lo que ama, me corrige con dulzura. Siempre hay héroes en lo más oscuro de la Historia. Siempre hay hazañas capaces de demorar el holocausto. Yo la miro henchido de ternura. Qué poco valoramos su brillante compañía! Ella sonríe, fatigada por tanta desmesura y despliega sus alas aureas por cortesía. Quizás algún día, uno entre nosotros la haga feliz con un acto de bravura.

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