Cómo se ama a una hada? Yo vivo perdido en los roces delicados de tu cuerpo. Persiguiendo cascabeles y polvillos de colores que corretean por doquier descontrolados. Ensimismado en tus ojos como océanos celestes, por donde navegan piratas y niños malcriados. Tú aleteas pícara entre los bosques nocturnos, bajo esta Luna enorme que lo abrillanta todo. Yo, alojado para siempre en la tormenta, desafío el rayo prendido de tu mano. Cuando la oscuridad acalla los tumultos del día, escucho a los ríos susurrar tu nombre y al viento, sobrevolando veloz los campos de arroz y los maizales, esparciendo sobre el paisaje tus esencias de princesa. Qué extraño destino nos ha cosido las almas en el teatro irreal de esta Primavera? El patán y la fierecilla alada jugueteando sin pausa bajo él envés de las hojas. Ojalá, querida mía, pudiera detener el tiempo. Y guardar este instante sin que el recuerdo envejezca. Tú, sonriendo pizpireta entre las flores, bella y misteriosa como el último unicornio. Yo, bípedo torpe y deslenguado, que no me creo mi suerte yaciendo a tu lado.